El hermano García acudió a mí durante una conferencia de estaca y en privado me dijo:"Tengo un serio problema. Soy ingeniero y estoy sin empleo". Entonces me habló de sus actividades profesionales y del dinero que había logrado hacer en un principio, y me dijo:"He sido un buen miembro y he ido al templo, pero llevo bastante tiempo sin empleo. Acudí a mi obispo en busca de ayuda y él me dijo que lo que yo necesetiba era más fe y diligencia, y que tenía que humillarme. ¿Puede creerlo?" Y entonces se rió de manera sarcástica.(El obispo le había ayduado a él y a su familia a cubrir sus necesidades básicas, pero este hombre quería más.)
El humilde obispo, sin educación pero muy inspirado, le había dado la respuesta correcta a si;problema de desempleo. Él esperaba cierta conmiseración de mí, pero estaba hablando con la persona equivocada.
Podía ver que no tenía un corazón humilde, y le dije: "Hermano García, usted no ha entendido. La Iglesia no tiene la responsabilidad de ayudarle a usted. De hecho, voy a decirle que su obispo le dio la respuesta correcta según las Escrituras". Fui muy contundente con él. Entonces intenté darle algunas pautas en cuanto a lo que debía hacer, y me dijo: "Como usted sabe, en este país un tercio de los hombres están desempleados. Usted habla como si con fe y humildad todos pudieran tener trabajo, pero eso no es posible, ¿no le parece?". Yo le contesté: "Puede haber gente de otras religiones sin empleo, pero no tendría que haber ningún Santo de los Últimos Días sin trabajo". Le di mi testimonio de que el Señor le ayudaría y compartí el siguiente pasaje: "Además, de cierto os digo que en cuanto a vuestras deudas, he aquí, es mi voluntad que las paguéis todas" (D&C 104:78).
Le pregunté si estaba libre de deudas, a lo cual dijo que no, y que nunca lo había estado desde que se había casado. Le dije que no podía esperar que el Señor le ayudase si él no estaba dispuesto a obedecerle. Entonces leímos el versículo 79: "Y es mi voluntad que os humilléis delante de mí y obtengáis esta bendición por vuestra diligencia, humildad y la oración de fe".
Le pregunté: "Hermano García, ¿cuáles son las tres claves?".
Él me contestó tímidamente: "Humillarse, ser diligente y orar con fe".
Entonces le dije: "Generalmente el Señor no se repite de inmediato en el versículo siguiente, pero en este caso lo hizo, quizás debido a que pensaba que nosotros no íbamos a captar Su mensaje". Y entonces leímos los versículos 80 y 81: "Y si sois diligentes y humildes, y ejercitáis la oración de fe, he aquí, ablandaré el corazón de vuestros acreedores, hasta que os envíe los medios para libraros.
"Por tanto, escribid luego a Nueva York, escribid conforme a lo que dictare mi Espíritu, y ablandaré el corazón de vuestros acreedores para que sea quitado de sus mentes el deseo de afligiros".
"Hermano García", le dije, "el Señor ablandará el corazón de las personas a quienes usted debe dinero, o el corazón de la persona encargada de darle un empleo. ¿Quién enviará los medios para librarle?".
"El Señor", respondió él.
"Hermano García", le dije, "fíjese en cómo el Señor vuelve a resumirlo todo una vez más en el versículo 82: 'Y si vosotros sois humildes y fieles, e invocáis mi nombre, he aquí, os daré la victoria'.
Le expresé mi amor y mi testimonio y entonces me fui. Regresé a esa misma ciudad cerca de un año más tarde y en una reunión de capacitación de líderes, por alguna razón, comencé a decir algo sobre esta persona, sin recordar que me encontraba allí mismo. (De haberlo recordado, probablemente no habría sido tan osado como para hablar de ello.) Empecé a decir algunas cosas sin utilizar el verdadero nombre de esta persona, y de repente un hombre se puso en pie en medio de la congregación, y dijo: "Élder Cook, el hombre de quien está hablando es mi amigo, quien está aquí, sentado a mi lado. Él es demasiado modesto como para decirle esto, pero yo lo haré". Y entonces nos contó esta historia.
Dijo que, al principio, el hermano García había quedado ofendido por nuestra conversación. Económicamente, las cosas siguieron empeorando. Entre un mes y seis semanas, las cosas fueron cuesta abajo, y entonces comenzó a pensar en lo que el obispo y yo le habíamos dicho sobre la humildad, la diligencia y la oración de fe. Comenzó a darse cuenta de que el consejo de su obispo era correcto y que debía seguirlo.
Se humilló hasta el polvo y finalmente le dijo al Señor: "Trabajaré en cualquier empleo que quieras darme".
A veces, cuando no tenemos trabajo, no somos lo suficientemente humildes como para aceptar cualquier empleo, pero el proceso no dará comienzo a menos que eliminemos nuestros prejuicios y nuestras pretensiones, y nos humillemos.
El hombre prosiguió: "Entendió que tenía que salir y comenzar a buscar diligentemente, lo cual no había hecho. Así que entró y salió de todas partes buscando empleo con la oración de fe. Estaba orando y ayunando para que el Señor le diese un trabajo".
Entonces el hermano García se puso en pie y continuó diciendo: "Quizás le sorprenda saber que el trabajo que recibí consistía en cortar césped. 'Debo sostener a mi familia', me dije a mí mismo". (Ahí teníamos a un ingeniero que había aceptado un empleo para cortar el césped en la propiedad de un hombre rico. Realmente tuvo que humillarse para hacer frente a eso, mas decidió hacerlo.)
Entonces prosiguió: "Desde entonces ha pasado un año, hermano Cook, y le voy a dar estas buenas noticias. En la actualidad poseo la mayor empresa de la ciudad de mantenimiento de jardines. De hecho, el ayuntamiento me contrató seis meses después de la experiencia con el obispo y ahora me encargo del césped de toda la ciudad y tengo a veinte hombres trabajando para mí".
Entonces le dije al hermano García: "¿Y qué hay de la ingeniería?"
El respondió: "Olvídese de la ingeniería. Ahora estoy ganando mucho más dinero".
Esta experiencia me enseñó una gran lección sobre la manera en que trabaja el Señor.
¿Por qué toda esta espiritualidad funcionó para ese buen hombre? Porque:
- Se humilló.
- Estuvo dispuesto a ser diligente y sacrificarse.
- Superó su orgullo.
- Oró con fe y lo que pareció ser su más grande prueba se convirtió en la mayor de sus bendiciones.
- Siguió el consejo de sus líderes del sacerdocio.
¿No podemos todos hacer lo mismo? Cuando nos humillamos y ofrecemos el sacrificio requerido (tal como la diligencia y la oración de fe), el Señor entra en acción. Aquel obispo era un hombre sin estudios y no era sabio en cuanto a la forma del mundo, pero había sido ordenado obispo en la Iglesia y entendía que tenía que orar al Señor para recibir respuestas y ayudar a su gente. Entonces llegó el ingeniero que ganaba diez veces más que el obispo y que tenía una mejor educación,- pero fue el obispo el que recibió la respuesta.
Puede que nadie conozca las respuestas a todos nuestros problemas temporales, pero las Escrituras nos enseñan cierto número de principios que son muy claros. He aquí unas pocas de estas claves:
Las claves de estos versículos son verdaderas y poderosas. Asegurémonos de enseñarlas a nuestros hijos.
Permítame mencionar tres mandamientos que se relacionan específicamente con las bendiciones temporales:
El diezmo. El Señor ha prometido enormes bendiciones a los que paguen fielmente su diezmo. ¿Hacía Él excepción de las viudas? No. Aunque eran muy pobres, también pagaban el diezmo. ¿Hace excepción de los niños? No. A veces esto es muy difícil de entender para la gente muy pobre.
Aún así, cuando el significado de la verdad comienza a florecer en sus mentes, ellos realmente están impregnados de ella.
Algunas personas casi no tienen nada pero, del mismo modo, les enseñamos a pagar un diezmo de sus ingresos. He oído a algunas personas decir: "No tengo nada". Pero sí tienen. ¿Están ganando sólo cincuenta dólares al mes para mantener a su familia? Aún así tienen que pagar el diezmo. El Señor no hizo excepciones y ésta es la manera en que puede bendecirles. Debemos enseñar claramente este principio a todos nuestros hijos como parte de la respuesta a los problemas (véase Malaquías 3:8-11; D&C 119).
Ofrendas de ayuno. Todos hemos oído muchas historias y puedo compartir mi testimonio personal, al igual que usted, de las bendiciones que se reciben al dar las ofrendas de ayuno. Enseñemos esto mismo a nuestros hijos.
En Mateo 6:25-33, el Señor enseñó: "No os afanéis por vuestra vida, qué habéis de comer o qué habéis de beber; ni por vuestro cuerpo, qué habéis de vestir".
¿De qué tipo de problemas estaba hablando? De problemas temporales.
"¿No es la vida más que el alimento, y el cuerpo más que el vestido?"
Nuevamente está colocando en perspectiva lo espiritual y lo temporal, y continúa diciendo:
"Mirad las aves del cielo, que no siembran, ni siegan, ni recogen en graneros,- y vuestro Padre celestial las alimenta. ¿No valéis vosotros mucho más que ellas?"
Piense en esto por un minuto. Aquí tenemos las aves del Señor, y parece que Él las cuida, ¿verdad? Y el Señor nos dice: "¿No valéis vosotros mucho más que ellas?". "¿Cómo podría yo cuidar de ellas y no daros algunas promesas relativas a vuestro bienestar temporal?"
"¿Y quién de vosotros podrá, por mucho que se afane, añadir a su estatura un codo? Y por el vestido, ¿por qué os afanáis? Considerad los lirios del campo, cómo crecen: no trabajan ni hilan; pero os digo, que ni aun Salomón con toda su gloria se vistió así como uno de ellos".
Una vez más, piense en lo que nos está diciendo. Él ha proporcionado la belleza de los campos y de las flores, que ni siquiera trabajan por ello. ¿No somos nosotros mucho mayores que los lirios? Y entonces recibimos esta gran promesa en el versículo 30: "Y si la hierba del campo que hoy es, y mañana se echa en el horno, Dios la viste así, ¿no hará mucho más a vosotros, hombres de poca fe?"
¿Cuál es el problema? La poca fe.
"No os afanéis, pues, diciendo: ¿Qué comeremos, o qué beberemos, o qué vestiremos? Porque los gentiles buscan todas estas cosas; pero vuestro Padre celestial sabe que tenéis necesidad de todas estas cosas".
Muchas personas han citado el siguiente versículo pero sin ser conscientes de la importancia de todo lo que le precede: "Más buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas [las cosas temporales] os serán añadidas".
No se espera que estemos demasiado preocupados por el trabajo aunque sí es un mandamiento el hacerlo. Pero hay una gran necesidad de fe. El Señor promete bendecirnos económica y espiritualmente si depositamos nuestra fe en Él.
A mi entender, habiendo vivido en muchos países latinoamericanos, no hay excepción. He estado en cientos y cientos de hogares y me he arrodillado en suelos verdaderamente humildes, en chozas de bambú y todo lo demás. No he visto excepción alguna para que el Señor no derrame Sus bendiciones temporales sobre Su pueblo si tan sólo ellos ejercen fe en Él y hacen lo que les ha mandado. Los problemas se solucionarán, no de manera mágica, pero Él les dará una oportunidad aquí y otra allí, y comeuzarán a crecer y a desarrollarse y salir de los serios problemas económicos a los que hacen frente. Le testifico de la veracidad de este hecho.
El día de reposo. Creo que existe una relación directa entre honrar el día de reposo y serbendecido tanto temporal como espiritualmente. Debemos enseñar este principio a nuestros hijos. El Antiguo Testamento está repleto de estas referencias y haría usted bien en buscarlas en la Guía para el Estudio de las Escrituras. Me referiré a un pasaje que se encuentra en Doctrina y Convenios 59:16-20, donde el Señor da una promesa respecto a santificar el día reposo:
Y complace a Dios haber dado todas estas cosas al hombre; porque para este fin fueron creadas, para usarse con juicio, no en exceso, ni por extorsión ¡énfasis añadido).
Resulta interesante que la abundancia de la tierra nos sea dada para alimento, vestidura o incluso, un hogar. En otras palabras, si obedecemos esta ley, el Señor nos bendecirá tanto temporal como espiritualmente.
Testifico que la obediencia al día de reposo tiene un impacto directo sobre nuestro estado financiero y el de nuestros hijos.
a. Evitaremos la deuda como si de una plaga se tratase. Haremos todo lo posible para no contraer deudas (con excepción de gastos a largo plazo de carácter extraordinario, como para la vivienda o la educación), o, si tenemos deudas, saldremos de ellas lo antes posible, con toda urgencia. No compraremos cosas a crédito ni nos veremos envueltos en pagos a plazos.
b. Ahorraremos parte de nuestros ingresos sin falta. Siempre "pagaremos al Señor" en primer lugar por medio del diezmo, para luego "pagarnos a nosotros mismos" por medio de nuestros ahorros.
c. Distinguiremos claramente entre necesidades y deseos, y saciaremos únicamente nuestras necesidades. Estaremos en guardia constante contra los excesos que intentan que satisfagamos nuestros deseos, lo cual nos hará caer en dificultades económicas.
d. Siempre mantendremos un presupuesto familiar o personal. No sólo registraremos los gastos sino que planea remos por adelantado qué cosas debemos comprar y nos limitaremos a esa cantidad de dinero.
e. Viviremos dentro de nuestros medios. Hace falta mucha humildad para hacerlo, pero no hay duda de que el vivir más allá de nuestras posibilidades es contrario a los mandamientos. Seremos frugales en toda nuestra existencia.
Si enseñamos fielmente estos principios a nuestros hijos y ellos aprenden a vivirlos, se evitarán o solucionarán la mayoría de sus problemas económicos. El Señor es fiel a sus promesas. Si aprendemos los principios y los vivimos, seremos bendecidos tanto espiritual como temporalmente. Enseñemos por tanto a nuestros hijos la importancia de trabajar en casa y en su puesto de trabajo, y entonces les prepararemos correctamente para la edad madura y para poder una vida plena y productiva. Que el Señor nos bendiga para enseñarles los principios relacionados con las finanzas y aquellos que gobiernan tanto las bendiciones temporales como espirituales. El vivir y enseñar estos principios en su hogar le será de gran ayuda para criar una familia celestial.